El corazón es el órgano estrella dentro del sistema circulatorio. Es el encargado de la distribución de la sangre a través de los vasos, con el objetivo de llegar a todos y cada uno de los tejidos y así mantener las condiciones tróficas de los mismos. Para ello, es un músculo hueco que funciona como una bomba aspirante e impelente que impulsa la sangre para su reparto por todo el cuerpo.
El corazón es un órgano muscular auto-controlado. Formado por dos bombas en paralelo que trabajan al unísono para propulsar la sangre. Las aurículas son las cámaras de recepción, que envían la sangre que reciben a los ventrículos; y estos funcionan como cámaras de expulsión, enviando esa misma sangre hacia el resto del cuerpo (sistema).
Pero… ¿es el corazón un órgano cuya única función es la de la distribuir la sangre por el cuerpo?
Aristóteles decía que: “pensamos con el corazón, y el cerebro solo se dedica a enfriar la sangre proveniente del mismo después de haber pensado”.
A nivel fisiológico, es muy interesante pensar como el corazón afecta al cerebro, facilitando accidentes cerebro-vasculares; y como el cerebro altera la función del músculo cardíaco, provocando arritmias.
La idea de que solo pensamos con el cerebro y de que el corazón es un simple “motor” no es del todo correcta. Multitud de veces nos han pedido que elijamos con el corazón. Qué esconde este músculo, qué tiene que ver este músculo con nuestras decisiones, o con las intuiciones que nos llevan a tomar estas decisiones.
La universidad de Cambridge fue la primera en abrir camino con respecto a este campo. Se planteó un estudio en el que se pedía a sus participantes la toma de decisiones sobre situaciones simuladas por ordenador. Siempre había dos posibilidades, una siempre con un resultado favorable y la otra uno desfavorable. En el momento se les monitorizaba los latidos cardíacos, para saber cómo reaccionaba el corazón en la previa a tomar una decisión. Lo que encontraron es que antes de tomar una decisión favorable el corazón latía de una manera específica; y antes de tomar una desfavorable, latía de otra. Llegaron a la conclusión de que aparentemente el corazón sabía antes de que el cerebro fuera consciente, si la decisión que se iba a tomar iba a tener un resultado positivo o negativo.
La interocepción es la capacidad que tenemos para sentir los mensajes de nuestro cuerpo. En el estudio ya explicado, habían dividido a los sujetos entre los que tenían una interocepción desarrollada y los que no. Los más “sensitivos” tomaron decisiones más favorables con mayor frecuencia.
La conclusión sería que, aquellos sujetos que tienen la capacidad para procesar y traducir los mensajes que llegan de nuestro cuerpo (corazón) antes de una decisión, aparentemente tendrían mejor capacidad para tomar decisiones más favorables.
De aquí que frases del argot popular como “tengo una corazonada” o “escucha a tu corazón”, pueden tener más peso del que pensamos a la hora de decidir.
¿Cómo interaccionan para la toma de decisiones?
La ínsula es una estructura cerebral que se aloja por debajo de la corteza y conecta con todas las regiones del cerebro. Pero además, tiene conexiones con otros órgano; como por ejemplo el corazón y el intestino.
La ínsula es una región puramente neuronal y el corazón puro músculo. ¿Cómo se comunican entre sí? El corazón tiene neuronas provenientes del cerebro. Qué ocurrió en la historia de la humanidad para que la imagen de un músculo pasara a ser el símbolo universal del amor. ¿Qué tiene que ver este órgano con la emoción?
En otro estudio, le pidieron a la muestra que portara un par de fotos, una de una persona amada y la otra de alguien que les fuera indiferente. Mediante una RNM funcional, se podía ver que cuando el sujeto veía la foto de la persona amada se iluminaban áreas del placer y recompensa. Una de esas áreas era la ínsula. Esta nos permite identificar y saber cuál es la persona de la que estamos enamorados. Por sus conexiones con el cerebro, corazón en intestino, hace que cuando estamos con la persona amada, tengamos taquicardia, palpitaciones y “mariposas en el estómago”. Por tanto, nos enamoramos con el cerebro y lo somatizamos con el corazón y el intestino.
Este grado de interconexión puede acarrear alteraciones funcionales que deriven en problemas de salud en los demás órganos. En el mundial de fútbol de Alemania en 2006, se constató una subida de los accidentes cardíacos en Münich cada vez que jugaba Alemania.
Esto es un ejemplo viviente de que las emociones que afectan a nuestro cerebro, puede desembocar en un problema cardíaco.
¿Pero tenemos que resignarnos y aceptar que estamos expuestos a lo que este complejo sistema nos gestiona frente a las emociones?
¡NO!
Existen técnicas milenarias que pueden equilibrar estas alteraciones; técnicas como el mindfulness o la meditación. Nos permite poder escuchar mejor los mensajes de nuestro cuerpo (INTEROCEPCIÓN) y con ello una mejor gestión del estrés.
Otro estudio hecho en california con los marines que iban a la guerra, demostró que el estrés era mejor tolerado y se producía menos hormona del estrés en el grupo de soldados que habían practicado previamente la meditación.
Por tanto, si podemos hacer una mejor gestión de las emociones desde este sistema corazón-cerebro, lograremos que las afecciones orgánicas derivadas del mismo, tengan un mayor control y menor impacto en nuestra salud. Quizás se puedan disminuir ictus (ACVs) e infartos (IAM), simplemente con el conocimiento ancestral de nuestros antepasados.
Por tanto, pongámonos en pie, reconozcamos el valor de Aristóteles y empecemos a practicar una nueva conciencia.
“UN CEREBRO Y UN BUEN CORAZÓN, SON UNA COMBINACIÓN FORMIDABLE” Nelson Mandela.
Entrevista a ANNIE MARQUIER en la Vanguardia, puedes leerla AQUI
Variabilidad cardíaca y información al cerebro.
Artículo escrito por Álvaro Rubio, Osteópata de Clínica Ilion.